De esta afición
Mucho antes de que tuviera
uso de razón ya estaba rodeada de agujas.
Mis abuelas, mis tías pero
sobre todo madre, se encargaron de que no me faltara de nada, y todo ‘do it
yourself’ que diríamos ahora, bordados, abrigos y ropa de punto, detalles en
ganchillo, todo preparado para vestirme diariamente.
Supongo que en esos
entonces el "hazlo tú mismo" más que una moda era un hábito y de ahí
que aún recuerde las tardes de invierno, después de los deberes, sentada a la
vera de mi abuela y su máquina de tejer. Aquella incansable mujer meticulosamente
contaba las puntadas, movía las marcas de metal y pasaba el carro mientras tejía
yo esperaba atenta su orden para cambiar madejas y devanar la
lana.
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